lunes, 6 de febrero de 2012

Las contradicciones del cristianismo

La mayoría de las personas en Occidente, tanto los creyentes ("supers") como muchos no creyentes ("brights"), otorga un considerable valor al cristianismo como doctrina moral. Cada vez más personas cuestionan la autoridad moral de las Iglesias y demás corporaciones religiosas pero siguen viendo a Jesús como un hombre moralmente perfecto y su doctrina como un referente de virtud.  

Sin embargo, aprecio que esta creencia ha estado ausente del pensamiento crítico y que ha sido escaso el debate filosófico y la reflexión sobre la bondad real del pensamiento cristiano. Friedrich NietzscheBertrand Russell, ambos filósofos muy influyentes en los S. XIX y XX, respectivamente; cuestionaron  ampliamente la filosofía cristiana, al considerarla inadecuada o incluso perversa. 

En el artículo de hoy pretendo ser poco ambicioso y sólo voy a filosofar sobre una frase del Nuevo Testamento, la contenida en la parábola del juez y la vida donde Jesús dice: "Una cosa te falta todavía: vende todo lo que tienes y distribúyelo entre los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo" (Lucas, 18 - 22). 

Particularmente observo que nadie practica está máxima cristiana: no lo hacen los pobres para con otros más pobres; no lo hacen los millones de cristianos que así se autodenominan; no lo hacen los ateos ni los que profesan otras religiones; no lo hacen los ricos laicos ni los ricos ascéticos del Opus Dei; no lo hacen los "kikos"; tampoco lo hacían las industriosas monjitas del convento cisterciense de Santa Lucía (Zaragoza) donde unos ladrones robaron medio millón de euros en metálico que las religiosas atesoraban, eso sí, en pobres bolsas de plástico; no lo hace la Iglesia católica, ávida de riqueza y poder terrenales; no lo hacen los presbíteros, ni sus jefes los obispos, ni tampoco el jefe de estos últimos: el Papa. ¡Vamos, que no lo hace ni dios!.

Me provoca extrañeza que algo supuestamente bueno y ejemplo de virtud no sea practicado por persona alguna, sea o no cristiana. Es más, si algún familiar o amigo vendiera todo para dárselo a los pobres probablemente le recomendaríamos ir rápidamente a visitar un buen psiquiatra. Ya Hobbes comentaba en su "Leviatán" cómo los judíos llamaban profetas a los locos, si pensaban que estaban poseídos de un espíritu bueno, y endemoniados, si el espíritu era malo. 

Yo percibo una clara contradicción entre la doctrina cristiana y la conducta humana. Ante esta contradicción flagrante entre la teoría y la práctica caben dos posibilidades: primera, admitir que la moralidad cristiana es acertada pero que ningún ser humano está dispuesto a cumplirla; y la segunda, reconocer que el ser humano no está tan equivocado, que es racional pero que la recomendación de Jesús sólo la seguiría un loco.